Vivo, una predecible pero simpática aventura musical
Uno de los tantos proyectos de Lin Manuel Miranda debutó el viernes pasado en la plataforma de Netflix, hoy hablaré del film animado, tanto sus errores como aciertos.
No es que sea un segundo acto horrible, pero si cae en varios recursos gastados que verías más en muchas producciones actuales de DreamWorks o en las peores películas de Sony Pictures Animation. Entre ellos está el sobre-abuso de comedia física, exceso de personajes (algunos cuya participación en la trama es mínima pese a tener mucha presencia) y sub-tramas y un ritmo más acelerado.
Sony Pictures Animation, conocido antes como el estudio de animación que en un momento todo el mundo aborrecía (véase Emoji, la película) ahora es el estudio de animación ejemplo para muchos. En unos pocos años logró determinarse como una serio estudio que puede competir contra Disney y Pixar.
Y no es sólo por haber producido una de las películas animadas más influenciables y queridas en el mundo (Spider-Man: Un nuevo universo), sino que su nueva estrategia consiste en producir historias con más libertad creativa, mostrando distintas culturas, experimentando estilos de animación y, en un futuro, distintas demografías. (El estudio se encuentra trabajando en películas animadas dirigidas para un público adolescente y adulto).
Mientras que otros estudios se limitan a una o dos películas animadas por año (y en general solo son secuelas) SPA es la única productora que tan sólo en este año estrenó tres producciones originales (junto a Netflix): La familia Mitchell contras las Máquinas, El dragón de la tetera y Vivo, su estreno más reciente. Hoy hablaremos de esta última película.
(ALERTA DE SPOILERS)
La película trata de un kinkajú llamado Vivo y su amistad con un cantautor llamado Andrés, quienes realizan un show todos los días en las calles de Cuba e impresionan al público con sus talentos musicales. Un día, Andrés recibe una carta de una famosa cantante y vieja amiga llamada Marta Sandoval, invitándolo a tocar para su última función antes de su retiro.
Sin embargo, antes de realizar su viaje, Andrés fallece, dejando atrás una canción que había compuesto para ella confesando su amor. Ahora dependerá de Vivo y de su nieta, Gabi, de llegar al Copa Cabana y entregarle la canción antes de su última función.
La premisa resulta llamativa, una historia sobre segundas oportunidades, la comprensión del uno al otro pese a sus diferencias, la aceptación de la amor y la muerte y la pasión por la música. Sin embargo, creo que su ejecución cumple, pero a secas.
El primer acto promete muchísimo, introduce al film con bastante energía y la química entre Andrés y Vivo es muy dulce. Aprecié mucho que se animaran a tener momentos más pequeños y sutiles, entre ellos, cuando Vivo recuerda como conoció Andrés y lo cuidó por varios años o cuando él descubre el fallecimiento de su dueño y rescata su última canción de caer en una fuente de agua.
Tanto los momentos pequeños como las secuencias que mezclan animación tradicional con digital es cuando la película brilla con mucho esplendor. Tristemente, el segundo acto sigue un desarrollo más convencional para una película animada infantil, y ahí es cuando gran parte de su personalidad se va perdiendo.
También está Gabi, quien no es un mal personaje para acompañar a Vivo, pero puede llegar a ser molesto en algunos momentos aún con sus mejores intenciones. Llegué a extrañar más a Andrés, deseando que la película contase más de ese personaje.
Entre la adición de sub-tramas como Rosa, la madre de Gabi, quien viaja a Florida para buscarla y regresarla a casa, unas niñas exploradoras que persiguen a los protagonistas, una serpiente que actúa como un innecesario antagonista secundario en la historia y la introducción de dos aves que sirven de alivio cómico, la película parece desviarse demasiado de su propósito original para convertirse en otra película distinta.
Afortunadamente, una vez terminado, la película retoma su trama principal y se acerca más al espíritu e intención de su primer acto. Una vez logrado el objetivo, la película toma un poco más de tiempo para cerrar el conflicto entre Rosa y Gabi y muestra como Marta canta la última canción compuesta de Andrés, cuya secuencia quizás sea la más bella en toda la película (y en mi opinión personal, hubiese sido un hermoso cierre para la película, aunque la canción final tampoco está mal).
La película también cuenta con muchas similitudes con otra producción animada también estrenada por Netflix el año pasado, Más allá de la luna. Un musical sobre el amor y la muerte que también cuenta con los mismos aciertos y fallos en su historia. Sin embargo, creo que Vivo es superior a dicha producción al contar con su propia estética y forma de narrar, en vez de imitar lo que hace Disney en estos últimos años.
En otros aspectos más técnicos, la animación resulta muy buena. Es colorida y tienen planos bastante creativos, aunque reitero que sus secuencias de animación tradicional y digital son las más disfrutables. Las canciones, compuestas por Lin-Manuel Miranda son pegadizas, algunas mejores que otras (a excepción de "My Own Drum", en español "Mi propio redoble", resulta demasiado pop y ruidosa, aún si encaja con la personalidad de Gabi).
La canción "Keep the Beat" ("Ir al compás") es mi favorita, se marca como el tema central de la película al igual expone el miedo e inseguridades del protagonista al estar en un territorio nuevo, pero evoluciona en perseverar en tiempos difíciles y siempre seguir adelante.
Como último, hago una mención aparte al doblaje realizado en Producciones Grande y dirigido por Moisés Iván Mora y Gaby Cárdenas. Su adaptación lírica al español está a la misma altura de la versión original, y todas las voces elegidas para el proyecto son muy acertadas, en especial Kalimba Marichal como Vivo, que le queda el personaje como anillo al dedo y siempre es un deleite escucharlo en los doblajes.
En conclusión, Vivo está lejos de ser un clásico o una película innovadora. En sus peores momentos, llega a ser cliché y algo agobiante, pero cuando acierta, realmente deja una marca, pura y honesta. Es una película tierna, que podría ser mejorable, pero no falla en entretener y, a veces, emocionar.